El terremoto de 8,8 grados en la escala de Richter que azotó el país el pasado mes de febrero se produjo en zonas de una falla en las que los científicos habían detectado previamente un aumento de presión, según publica esta semana la revista “Nature”.
La deformación previa al terremoto fue capturada por un moderno sistema de monitorización que ha proporcionado una oportunidad única a los científicos de evaluar su habilidad para predecir cuándo una acumulación de presión va a generar un terremoto.
Algunas zonas de una falla no se desplazan tanto como otras y son conocidas como “asperezas”.
Un grupo de científicos del Centro Alemán de Investigaciones Geocientíficas se centró en la observación de estas asperezas como lugares potenciales en los que se podría producir una liberación de presión, entre ellos la falla en la que se produjo el terremoto.
Con los recientes avances en la tecnología satélite y en los modelos numéricos, los científicos pueden ahora observar desde la Tierra la deformación que se produce entre segmentos y estimar qué partes de la falla están acumulando más presión y qué zonas se están deslizando poco a poco en torno a las “asperezas”.
Sin embargo, hasta ahora no estaba claro si esas zonas de presión acumulada se correspondían con la energía liberada en un posterior terremoto.
Los científicos alemanes combinaron las observaciones obtenidas gracias al GPS correspondientes a la última década con un modelo de la zona de subducción andina para elaborar un mapa del segmento Concepción-Constitución de la falla.
De este modo descubrieron que las “asperezas” de la falla se correspondían con las porciones que liberaron más energía en el terremoto de febrero.
Este estudio indica que identificar con mapas las “asperezas” podría ser de utilidad a la hora de anticipar futuros patrones de liberación de energía en muchas brechas sísmicas.